Falleció Alberto Torroba, el pampeano que cruzó el Pacífico en un bote a vela y sin instrumentos: “Solté el ego en el mar” refexionó

Alberto Torroba, el pampeano que en las décadas del ’80 y ’90 construyó una serie de embarcaciones con las que recorrió el Pacífico y el Atlántico, falleció este martes en el pueblo de Anguil a los 73 años de edad. Padecía un una larga enfermedad. En su campo, estaba construyendo una embarcación que no alcanzó a concluir.

Su partida no solo conmovió a familiares y amigos sino también a muchas personas que, sin conocerlo personalmente, admiraban sus increíbles hazañas.

Durante más de una década, entre 1982 y 1995, vivió embarcado en distintas naves que él mismo construyó: desde un prao hasta una canoa con vela, cruzando el Atlántico, bordeando costas africanas, navegando entre islas del Sudeste Asiático y enfrentando todo tipo de inclemencias. Incluso fue deportado de Papúa Nueva Guinea luego de integrarse a una comunidad indígena, y sobrevivió a un naufragio frente a las costas de Uruguay.

Pero su máxima proeza ocurrió en 1989, cuando zarpó desde Panamá en la “Ave Marina“, una canoa de apenas 4,5 metros de largo hecha con madera de espavé, lona de bolsas y aparejo artesanal. Navegó más de 5.000 kilómetros durante al menos 40 días sin brújula, sin sextante, guiado solo por las estrellas, las nubes, las aves y su instinto. Atracó finalmente en Fatu Hiva, en las Islas Marquesas, Polinesia Francesa, exhausto pero entero.

“Solté el ego en el mar”,

diría años después al reflexionar sobre esa experiencia. Su travesía no fue solo física: fue una transformación espiritual. En medio de tormentas y largos silencios oceánicos, redescubrió el sentido de la vida y del viaje interior.

Luego de recorrer Asia, África oriental y Australia, Torroba regresó a la Argentina a mediados de los años 90 y se estableció en Anguil, en pleno corazón pampeano. Allí, en un campo de 400 hectáreas, crió ganado, construyó embarcaciones y siguió viajando a su manera: en la memoria y en el relato.

En 2015 publicó su libro Relato del Náufrago y el Ave Marina, donde narra en primera persona sus vivencias, reflexiones y aprendizajes.

En abril de 2025 fue nombrado socio honorario por la Asociación Deportiva Argentina de Navegantes (ADAN), en reconocimiento a su legado único e inspirador.”

¿Quién era Alberto Torroba? :

Torroba nació en Santa Rosa, La Pampa el 8 de abril de 1952, desde joven protagonizó una de las travesías solitarias más extraordinarias del siglo XX: el cruce del océano Pacífico sin instrumentos, a bordo de una canoa construida con sus propias manos.

La historia comenzó con una búsqueda interior, ya que abandonó sus estudios de Matemática y Teosofía en Buenos Aires para lanzarse al mundo con apenas 50 dólares en el bolsillo. Recorrió Europa, vivió en Asia, convivió con monjes en la India y trabajó como estibador, lavacopas y albañil, y en Japón, sin saber navegar, compró un manual en inglés y allí comenzó su formación náutica, empírica y profunda.

“Descubrí que la vida de un matemático gira siempre en torno de la universidad, y empezó a dejar de interesarme. Era 1977 y te llevaban preso por tener pelo largo. Las cosas eran cada vez más difíciles y me fui”, contó en una entrevista. Vendió una moto y llegó a Madrid con 50 dólares en el bolsillo. Pasó algún tiempo en Ibiza y un año en Berlín. Atravesó el viejo continente hasta la India, donde se quedó dos años. Vivió en Taiwán, Sri Lanka, Katmandú, y recorrió el Himalaya a pie antes de llegar a Japón, donde armó su primer velero y se hizo a la mar.

En las redes sociales de la Asociación ADAN publicaron:

Alberto José Torroba ha zarpado hacia nuevos horizontes, que la suave briza lo lleve a los destinos que siempre soñó.

Seguramente lo hizo en forma similar a lo que escribió como en este párrafo del Ave Marina.

“…Me desperté con el amanecer del 12 de enero de 1989, estaba en la isla Taboga, en Panamá. Levanté el fondeo, levanté las dos velas, y un viento suave nos empujó al sur. Nos dirigíamos hacia las Galápagos, camino hacia la Polinesia francesa.

Éramos dos, yo y mi barco. Yo, Alberto, argentino de 36 años, nacido y criado en una granja al estilo gaucho, vagabundo y aventurero de profesión.

Mi barco era el Ave Marina, una canoa nueva de tronco ahuecado, nacida como un árbol Aspave en la jungla de Darién, en Panamá, 15 pies de eslora por 5 de manga, abierta, sin cubierta ni cabina. Los instrumentos de navegación incluían un compás de bolsillo, una carta del Pacífico y una plomada. Las provisiones y efectos

personales eran los mínimos que necesita un vagabundo para sobrevivir…”

08.04.1952 – 17.06.2025

Descansa en paz, querido amigo!!!

Link del Ave Marina

Alberto Torroba: Las condiciones de la libertad

Alberto Torroba pasó gran parte de su vida buscando una salida. En los ‘70 cargó una mochila y viajó a Europa. Cuando se hartó de Occidente conoció culturas milenarias en Asia y entendió que el verdadero viaje no es físico sino espiritual, allí aprendió las artes de la navegación de los antiguos polinesios. Esta es la voz de un hombre que a bordo de un tronco ahuecado cruzó el océano más grande del mundo.

Más notas sobre Alberto Torroba:

https://www.lanacion.com.ar/turismo/hazanas-historia-del-pampeano-cruzo-pacifico-canoa-nid2349811

https://www.lagazeta.com.ar/torroba.htm

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