𝗨𝗡 𝗣𝗘𝗤𝗨𝗘Ñ𝗢 𝗖𝗘𝗥𝗥𝗢, 𝗨𝗡 𝗚𝗥𝗔𝗡 𝗦𝗔𝗟𝗜𝗧𝗥𝗔𝗟, 𝗠𝗨𝗖𝗛𝗔𝗦 𝗘𝗦𝗧𝗥𝗘𝗟𝗟𝗔𝗦 𝗬 𝗨𝗡𝗔 𝗠𝗘𝗦𝗘𝗧𝗔 𝗖𝗢𝗡 𝗡𝗢𝗠𝗕𝗥𝗘 𝗘𝗤𝗨𝗜𝗩𝗢𝗖𝗔𝗗𝗢

Una bella fotografía del oeste pampeano que le pedí prestada a su autor, 𝗟𝘂𝗰𝗮𝘀 𝗖𝗵𝗲𝗺𝗲 𝗔𝗿𝗿𝗶𝗮𝗴𝗮, para intentar una suscinta descripción de algunos de los rasgos geológicos que en ella se ven, representativos de una porción poco conocida de nuestra provincia.

A la derecha de la imagen, en primer plano, se aprecia uno de los extremos terminales de la meseta “El Fresco”, una formación geológica de edad eocena que se acumuló a partir de la colmatación (saturación de sedimentos) de un gran lago que existió hace millones de años y que posiblemente estaba conectado con el Mar Rocanense. En estos sedimentos se han encontrado, en los últimos años y merced a campañas geológicas y paleontológicas como la que dio lugar a esta foto, restos fósiles asignados a palmeras, anfibios, reptiles acuáticos, tortugas marinas y distintas especies de peces, es decir, representativos de un lago somero y un ambiente tropical muy alejado del que actualmente tenemos en nuestra provincia.

Dominando la parte inferior de la foto se observa un bello cerro que, según me informó Lucas, se conoce como Cerro Tropillas en razón de las caballadas que allí se suelen ver.

Las similitudes que se aprecian entre el cerro Tropillas y la meseta El Fresco llevan a pensar que se trata de un “ante-cerro”, es decir, una porción de terreno que miles o millones de años atrás formaba parte de la meseta y que se fue separando a raíz de la acción de agentes modeladores del paisaje, en este caso de carácter erosivo.

Con algo de generosidad se alcanza a ver la costra calcárea que corona el cerro y que, posiblemente, sea la responsable de que los agentes erosivos hayan actuado con diferente intensidad en partes tan cercanas, produciendo la separación física entre ambas partes.

La delgada línea blanca que se aprecia al fondo, marcando con nitidez la línea del horizonte, corresponde al Gran Salitral, un salar de enormes dimensiones -uno de los más grandes de Argentina- y de potencialidades mineras y turísticas que recién se están empezando a explotar.

En los últimos años, el Gran Salitral ha empezado a conocerse como “Salitral Encantado”, un nombre de fantasía que hace justo honor a la belleza y magia del lugar.

Estas elucubraciones me llevan a estimar que Lucas tomó la fotografía en dirección norte o nor-noreste, desde una posición más o menos elevada del terreno, en las últimas horas de la tarde de un día de invierno.

𝗨𝗻 𝗽𝗹𝗮𝗻𝗲𝘁𝗮 𝘆 𝗺𝘂𝗰𝗵𝗮𝘀 𝗲𝘀𝘁𝗿𝗲𝗹𝗹𝗮𝘀.

La “estrella” que domina el cielo en la fotografía no es tal sino alguno de los planetas gigantes del Sistema Solar exterior, Júpiter o Saturno. Esta conclusión surge en razón de la alta luminosidad que exhibe este punto de luz, del hecho de que se encuentra a caballo de las constelaciones de Escorpio y Libra (donde no hay ninguna estrella de primera magnitud) y por hallarse en la línea de la eclíptica, que es la línea imaginaria por donde se desplazan los planetas, la Luna y el Sol.

A la derecha del planeta se alcanzan a ver con claridad las dos tríadas de estrellas que caracterizan a Escorpio, la constelación que domina el cielo pampeano en los meses de invierno. Estas tríadas de estrellas, una alineada a 90 grados de la otra, marcan la cabeza y el cuerpo del escorpión, respectivamente. En la tríada que aparece más a la derecha y en posición subhorizontal, destaca Antares, una estrella de la familia de las “supergigantes rojas”, de amplia presencia en las cosmovisiones de muchas culturas de la antigüedad.

Las dos estrellas un poco más tenues que se ven a la izquierda del planeta, corresponden a las pinzas del escorpión y determinan la constelación de Libra.

𝗟𝗮 𝗶𝗻𝗺𝗲𝗻𝘀𝗮 𝘀𝗮𝗯𝗶𝗱𝘂𝗿í𝗮 𝗱𝗲 𝗘𝗱𝗴𝗮𝗿 𝗠𝗼𝗿𝗶𝘀𝗼𝗹𝗶.

Un último dato, en este caso, cosechado de la sapiencia de un grande de la cultura pampeana. En oportunidad de una charla con don Edgar Morisoli me comentó un hecho desconocido para mi y creo que para la mayoría de las y los pampeanos. El nombre de meseta El Fresco, o Meseta del Fresco como también se la conoce, es una mala, muy mala, traducción de un topónimo del lugar como es “Frec-co”.

Según me explicó Edgar, Frec-co se traduce como “agua amarga” y remite a la mala calidad que tiene el agua de la zona, de muy alto tenor salino y por ende inapropiada para todo uso humano y aún para consumo del ganado. A los pies de la meseta se encuentra, en la vertiente occidental, un puesto de crianceros que en algunos mapas aparecía referenciado como Puesto Frec-co.

Es posible que algún cartógrafo, geólogo, naturalista o viajero haya identificado a esta zona elevada como “Meseta del Frec-co” y que en documentos posteriores se haya producido el desliz que derivó en esta fatal alteración del nombre original, un equívoco que hoy hace que esta fascinante formación geológica tenga una denominación oficial que lejos está de reflejar alguno de sus rasgos distintivos.

La inmensa, y sobre todo generosa sabiduría de Edgar, nos ayuda hoy a intentar corregir estos errores y llamar a las cosas por su nombre.

Nota por Fernando Tourn

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